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En mi caminar como ingeniera de sonido por el universo cinematográfico de mi país, recuerdo haber rechazado las películas nacionales porque, a mi parecer en ese entonces, no sonaban bien. Sin embargo, actualmente disfruto del cine que se hace en Colombia y es preciso evidenciar el crecimiento en la calidad de las producciones de las últimas décadas. Éste desarrollo me llevó entonces a curiosear sobre las formas en las que se hace nuestro cine, partiendo desde mi saber técnico, y en mi búsqueda en evidenciar el potencial que tiene el sonido para contar historias y transmitir sensaciones.
Con este artículo doy inicio a una exploración y análisis de los universos sonoros que están presentes en las películas colombianas, con el fin de generar y transmitir conocimiento de lo que me apasiona, de las personas que admiro y de mi percepción a la escucha de estas expresiones artísticas que nos retratan.
Niña Errante (2018) de Rubén Mendoza, cuenta la historia de Ángela que, a raíz de la muerte de su papá y la ausencia de su mamá, se encamina a atravesar el país hacia su nuevo hogar junto a sus medio hermanas mayores con el fin de evitar quedar a cargo del estado. En este viaje de duelo, Ángela descubre los colores de la feminidad y los desafíos de ser mujer en un país como el nuestro.
Lo que inicialmente me llamó la atención de ésta película fue el tema de la feminidad y el hecho de que un hombre estuviera interesado en explorarla, y posteriormente me encontré haciéndome la siguiente pregunta: “¿Cómo suena la feminidad? Después de entrar a cine con ésta pregunta en la cabeza, comencé a identificar ciertas sonoridades que me causaron mucha curiosidad, por lo que me aventé a contactar a Isabel Torres, que junto a Rubén, crearon el universo sonoro del film.
Isabel es de San Juan de Pasto y actualmente reside en Bogotá – Colombia, es comunicadora social y cineasta especializada en sonido, el cual trabaja desde la captura en campo hasta la etapa de post-producción. Su trabajo en Niña Errante consistió en la edición y co-dirección del sonido de la película, involucrándose en el proceso creativo desde los inicios del proyecto.
El hecho de que Rubén como director de la película, reconozca el valor de la herramienta narrativa que hay en el sonido, y que, sumado a esto, exista una larga amistad entre él e Isabel , hizo posible que ambos pudieran pensar en la sonoridad del film desde que era una idea, lo que aportó profundidad y solidez al relato, los personajes y sus sensaciones.
Con Isabel hablamos de los elementos sonoros más importantes de la película, resaltando un uso de la voz que iba más allá de los diálogos y su función comunicativa. Si utilizamos la categorización de los sonidos que propone Walter Murch en su artículo “ Dense Clarity, Clear Density”, la voz en Niña Errante, funciona como un sonido corporalizado en muchos momentos de la película.
Los susurros de Ángela, por ejemplo, representan su voz interior, y logran conectar la audiencia con sus cuestionamientos y su ser. En una implementación más musical, las melodías interpretadas a capella por Las Áñez son de gran importancia en las ensoñaciones de la niña, ya que simbolizan sus estados emocionales en un camino que la lleva a alejarse de su infancia. Adicionalmente, las voces de las demás actrices también son empleadas en uno de los temas musicales de las ensoñaciones de Ángela, donde sus voces reflexionando sobre el árbol en escena, son la base para un desarrollo musical posterior.
Tal uso de la voz, como recurso sonoro narrativo, fue planteado desde el guión por el director, lo que le permitió, en rodaje, abordar la dirección con enfoque, teniendo claro el concepto sonoro y tomando acciones con base a él.
Otro elemento sonoro que Isabel menciona en nuestra charla, es el auto, pues al tratarse de una “Road Movie”, éste desempeña un papel casi protagónico con la responsabilidad de acoger el 50% de las acciones de la película. Aunque no tenía mucha importancia a nivel de guión, a nivel de producción la adquiere toda; desde la captura del sonido directo, éste componente debía estar cubierto y el uso de wild tracks fue indispensable para crear la capa base del carro. Sin embargo, fue necesario el uso de sonidos adicionales para una completa caracterización que incluyera el motor, las llaves, puertas, los movimientos al interior, entre otras cosas.
Como lo mencioné anteriormente, lo que me llevó a contactar a Isabel para hablar sobre la película, era mi curiosidad sobre cómo suena la feminidad en el relato que nos plantea Rubén. Teniendo en cuenta que lo femenino puede ser tan amplio y su sonoridad tan variada, cabe aclarar que la feminidad que percibimos en la película le pertenece únicamente a Ángela, y está conducida por el momento en específico en el que se encuentra, el cual involucra el duelo por perder a su padre, la interacción con sus medio hermanas que apenas conoce, y un vórtice importante que implica alejarse de su infancia para adentrarse a lo que conlleva ser mujer en el contexto de nuestro país.
Para la construcción de ese universo sonoro femenino de Ángela se utilizaron múltiples elementos; La infancia es representada por sonidos de campanillas, brillos y cristales que la acompañan en su soledad, éstos son complementados por sonidos de las acciones propias de la niña, enfatizadas para darle foco a su mente abstraída de la realidad debido al duelo por la pérdida de su papá. La voz vuelve a tener un protagonismo en este universo sonoro, pues volvemos a los susurros que nos conectan con los pensamientos de la niña, y las voces de Las Áñez que evocan la sensualidad y la ancestralidad detrás del descubrimiento y el reconocimiento del cuerpo que ahora habita como mujer.
En este camino, los sueños de Ángela son recurrentes y nos muestran su ser emocional durante el viaje en el que se encuentra. Para cada una de éstas ensoñaciones se eligió un elemento sonoro que las representa según la situación narrativa, el agua por ejemplo, al inicio del film, o los llantos de bebés cuando se entera que una de sus hermanas está embarazada.
Dentro de la búsqueda de la sonoridad femenina también se trabajaron elementos que no hacen parte de la mezcla final, un ejemplo de ésto son los pasos de Ángela corriendo en diferente calzado por el manglar, idea que propuso Rubén en el proceso creativo de la dirección de sonido de la película. En la etapa de mezcla el equipo concluye que incluir este elemento se prestaba para mucha confusión y deciden eliminarlo en pro del relato.
Crear el universo sonoro del viaje de Ángela, su duelo y su feminidad, también implicó ciertos desafíos para el departamento de sonido de la película. Las escenas del mar, por ejemplo, son muy complejas debido al trabajo que implica el sonido del mar, su perspectiva y su ritmo, pues es común que tienda a sonar como una olla freidora, una cascada o ruido rosa. El carro también fue un desafío, especialmente para Isabel, ya que no es familiar con los sonidos de los carros, razón por la cual fue necesario que una persona diferente abordara esta edición. Otro desafío para el sonido de la película fue una escena en un baño donde Ángela tiene una conversación con su hermana. Debido a que la locación era muy ruidosa, fue necesario acudir al doblaje de las voces, sin embargo, en el momento de doblar a Ángela, su voz había cambiado por el paso del tiempo y crecimiento. La escena se compone de la voz doblada de Carolina (la hermana) y la voz capturada en sonido directo de Ángela, generando un desafío en lograr una homogeneidad con dos capturas que suenan completamente diferentes en color y en ruido de fondo.
Después de una larga conversación con Isabel sobre el sonido de Niña Errante, puedo evidenciar el proceso técnico y creativo que involucra una banda sonora con peso narrativo en la película. Es clave entonces que las directoras y los directores de cine hagan parte de la conceptualización sonora desde su sensibilidad y visión para que el equipo técnico-creativo pueda explotar dicha conceptualización desde su saber, teniendo en cuenta el desarrollo de los personajes, el contexto en el que se desarrolla la historia y las implicaciones en la producción.
Escrito por
Eloísa Arcila Fernández
Imágenes tomadas de: Revista Semana y Proimágenes Colombia